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Misterios Gozosos

(lunes/sábado)

  • 1. La Encarnación del Hijo de Dios.
  • 2. La Visitación de María Santísima a Santa Isabel.
  • 3. El Nacimiento del Hijo de Dios en Belén.
  • 4. La Presentación del niño Jesús en el Templo y purificación de su Santísima Madre.
  • 5. El niño Jesús pedido y hallado en el Templo.

Misterios Dolorosos

(martes/viernes)

  • 1. La Agonía de Jesús en el Huerto.
  • 2. La Flagelación de Nuestro Señor Jesucristo.
  • 3. La Coronación de espinas.
  • 4. Jesucristo, con la cruz a cuestas y camino al Calvario
  • 5. La Crucifixión y Muerte de nuestro Señor.

Misterios Gloriosos

(miércoles/domingo)

  • 1. La Resurrección del Señor.
  • 2. La Ascensión de Nuestro Señor.
  • 3. La Venida del Espíritu Santo en Pentecostés.
  • 4. La Asunción de la Virgen Santísima.
  • 5. La Coronación de la Virgen Santísima como Reina de Cielos y Tierra.

Misterios Luminosos

(jueves)

  • 1. El Bautismo en el Jordán.
  • 2. La autorrevelación de Jesús en las bodas de Caná.
  • 3. El anuncio del Reino de Dios invitando a la conversión.
  • 4. La Transfiguración del Señor.
  • 5. La institución de la Eucaristía.

Rezo del Santo Rosario

Por la señal de la Santa Cruz, de nuestros enemigos líbranos señor Dios nuestro.

Acto de Contrición:

Señor Mío Jesucristo, Dios y hombre verdadero. Creador Padre, Redentor mío. Por ser vos quién sois, bondad infinita y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos ofendido. También me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno. Ayudado de vuestra divina gracia propongo firmemente nunca más pecar, confesarme y cumplir la penitencia que me fuera impuesta. Amén.

Después de cada Misterio

V/ Ave María purísima

R/ Sin Pecado concebida.

María, Madre de Gracia, Madre de Piedad de Amor y Misericordia, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

¡Oh Padre Eterno! Tú que eres Creador del Mundo y del hombre, por tu inmenso poder, no permitas que la Serpiente Maligna se apodere astutamente de las almas que tú has creado. Por el Divino Corazón de Jesús y por el Inmaculado Corazón de María, danos la herencia que nos tienes preparada en las moradas celestiales. Así sea.

Madre Pura Dolorosa, por tu corazón angustiado de Madre, manda paz al mundo entero.

Letanías de Nuestra Señora

Al finalizar el último Misterio

V/ Señor, ten piedad,
R/ Señor, ten piedad.
V/ Cristo, ten piedad,
R/ Cristo, ten piedad.
V/ Señor, ten piedad,
R/ Señor, ten piedad.

V/ Cristo óyenos,
Cristo óyenos.
V/ Cristo escúchanos,
Cristo escúchanos
V/ Dios, Padre celestial
R/ Ten misericordia de nosotros.
V/ Dios Hijo, Redentor del mundo,
R/ Ten misericordia de nosotros.
V/ Dios Espíritu Santo,
R/ Ten misericordia de nosotros.
V/ Trinidad santa, un solo Dios,
R/ Ten misericordia de nosotros.

-Santa María,  Ruega por nosotros (Se repite cada vez).
-Santa Madre de Dios,
-Santa Virgen de las vírgenes,
-Madre de Cristo,
-Madre de la Iglesia,
-Madre de la divina gracia,
-Madre purísima,
-Madre castísima,
-Madre virginal,
-Madre sin mancha de pecado,
-Madre inmaculada,
-Madre amable,
-Madre admirable,
-Madre del buen consejo,
-Madre del Creador,
-Madre del Salvador,
-Virgen prudentísima,
-Virgen digna de veneración,
-Virgen digna de alabanza,
-Virgen poderosa,
-Virgen clemente,
-Virgen fiel,
-Espejo de justicia,
-Trono de sabiduría,
-Causa de nuestra alegría,
-Vaso espiritual,
-Vaso digno de honor,
-Vaso insigne de devoción,
-Rosa mística,
-Torre de David,
-Torre de marfil,
-Casa de oro,
-Arca de la Alianza,
-Puerta del cielo,
-Estrella de la mañana,
-Salud de los enfermos,
-Refugio de los pecadores,
-Consuelo de los afligidos,
-Auxilio de los cristianos,
-Reina de los ángeles,
-Reina de los patriarcas,
-Reina de los profetas,
-Reina de los Apóstoles,
-Reina de los mártires,
-Reina de los confesores,
-Reina de las vírgenes,
-Reina de los santos,
-Reina concebida sin pecado original,
-Reina asunta al cielo,
-Reina del Santísimo Rosario,
-Reina de la familia,
-Reina de la paz,

-Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
Perdónanos, Señor.
-Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
Escúchanos Señor.
-Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
Ten misericordia de nosotros.

V/ Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios,
R/ Para que seamos dignos de alcanzar
las promesas de nuestro Señor Jesucristo. Amén.

Oremos: Te pedimos, Señor, que nosotros, tus siervos, gocemos siempre de salud de alma y cuerpo, y por la intercesión de Santa María la Virgen, líbranos de las tristezas de este mundo y concédenos las alegrías del Cielo. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.

Por las intenciones de S.S. el Papa para ganar las indulgencias del santo Rosario.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

Por las almas del Purgatorio y agonizantes; especialmente por los que están más necesitados de la misericordia de Dios.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.

V/ Dales, Señor, el descanso eterno.
R/ Y brille para ellos la luz perpetua.
V/ Que descansen en paz.
R/ Así sea.
(Se sustituye en el mes del noviembre por un misterio del Rosario).

Al glorioso Patriarca san José para que nos conceda una santa vida y una buena muerte.

Padrenuestro, Avemaría y Gloria.
Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma mía.
Jesús, José y María, asistidme en mi última agonía.
Jesús, José y María, recibid cuando yo muera el alma mía.

Tres Avemarías para que la Santísima Virgen proteja al Papa.

V. ¡Oh María!, sin pecado concebida.
R. Rogad por el Papa que recurrimos a Vos.
Avemaría.

Un Credo al Sagrado Corazón de Jesús

Creo en Dios Padre Todopoderoso; Creador del Cielo y de la Tierra.
Creo en Jesucristo, su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo. Nació de Santa María Virgen; padeció bajo el poder de Poncio Pilatos, fue crucificado, muerto y sepultado; descendió a los infiernos; al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los Cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre Todopoderoso. Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y a muertos.
Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia católica, la Comunión de los Santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne, y la vida eterna. Amén.

Una Salve a la Virgen de los Dolores

Dios te salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra; Dios te salve. A ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros esos tus ojos misericordiosos; y después de este destierro muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clementísima, oh piadosa, oh dulce siempre Virgen María! Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.

A la Pureza de la Santísima Virgen

Bendita sea tu pureza y eternamente lo sea, pues todo un Dios se recrea en tan graciosa belleza. A ti, celestial Princesa, Virgen sagrada Maria, yo te ofrezco desde este día alma, vida y corazón. Mírame con compasión, no me dejes Madre mía hasta morir en tu amor.

El Ángelus

El ángel del Señor anunció a María.
Y concibió del Espíritu Santo.
Dios te salve, María…
He aquí la esclava del Señor.
Hágase en mí según tu palabra.
Dios te salve, María…
Y el Verbo se hizo carne.
Y habitó entre nosotros.
Dios te salve, María…
V. Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
R. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.

Te rogamos, Señor, que infundas tu gracia en un nuestras almas, para que los que por el anuncio del ángel hemos conocido la Encarnación de Cristo tu Hijo, por su Pasión y Cruz, seamos llevados a la gloria de la resurrección. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
(Gloria al Padre, etc, tres veces).

Que las almas de todos los difuntos, por la misericordia de Dios, por los méritos de la Pasión y muerte de nuestro Señor Jesucristo, por la intercesión del Inmaculado Corazón de María y de todos los santos, por nuestras oraciones y sacrificios, descansen en paz. Amén.

Regina Caeli

(Durante el Tiempo Pascual)

Reina del Cielo, alégrate.
¡Aleluya!
Porque el que mereciste llevar en tu seno.
¡Aleluya!
Resucitó como dijo.
¡Aleluya!
Ruega por nosotros a Dios.
¡Aleluya!
V. Gózate y alégrate Virgen María, aleluya.
R. Porque verdaderamente ha resucitado el Señor,
Aleluya.

OREMOS: ¡Oh Dios! Que te dignaste alegrar al mundo por la Resurrección de tu Hijo, Nuestro Señor Jesucristo; concédenos te rogamos, que por la mediación de la Virgen María, su Madre, alcancemos los gozos de la vida eterna. Por Jesucristo, Nuestro Señor. Amén.
(Gloria al Padre, etc, tres veces).

Apariciones: Línea cronológica

  • 13-11-1980
  • 15-11-1980
  • 14-6-1981
  • 26-5-1983
  • 1988
  • 1990
  • 1993
  • 1994
  • 1996
  • 13-10-1996
  • 1997
  • 2002
  • 2003
  • 3-2-2012
  • 17-8-2012

13 de noviembre

Primera manifestación del Señor, que se comunica con ella en breves palabras.

15 de noviembre

Tiene lugar la primera estigmatización de Luz Amparo, mientras contempla a Jesús crucificado.

14 de junio de 1981

La Virgen de los Dolores se le aparece, por primera vez, en Prado Nuevo.

25 de mayo de 1983

Luz Amparo sufre una paliza con vejaciones en Prado Nuevo. tiene que ser hospitalizada.

Septiembre de 1988

Se inaugura la primera casa de «amor y misericordia» en El Escorial, secundando las peticiones de la Virgen a Amparo.

20 de enero de 1990

El 20 de enero de este año, se inicia la primera comunidad de familias, como había pedido la Virgen.

27 de diciembre de 1993

Visita del Cardenal Arzobispo de Madrid, D. Ángel Suquía, a Luz Amparo y a los miembros y casas de las nacientes comunidades de Hermanas Reparadoras y laicos de la Comunidad Familiar en El Escorial.

14 de junio de 1994

Aprobación canónica de la Asociación Pública de Fieles «Reparadores de la Virgen de los Dolores», así como de la Fundación Pía «Virgen de los Dolores». Luz Amparo es reconocida, además, como Fundadora de ambas instituciones de la Iglesia.

4 de septiembre de 1996

Fallece de forma dolorosa su hijo Jacinto Jesús, a los 29 años de edad.

13 de octubre de 1996

Comienza a funcionar la Residencia «Jesús del Buen Amor», en Griñón (Madrid), que es bendecida por el Obispo de Getafe, D. Francisco Pérez (†), en febrero de 1997.

26 de mayo de 1997

Es adquirida por la Obra de la Virgen de los Dolores la finca de Prado Nuevo, tras serias dificultades que se acaban solventando.

1 de febrero de 2002

Fallece su director espiritual, P. Alfonso Mª Lopez Sendín, O. C., en olor de santidad.

14 de septiembre de 2003

A petición de Luz Amparo, el Obispo de Osma-Soria bendice la nueva Residencia para la 3ª edad «Nuestra Señora de la Luz», en Torralba del Moral (Soria).

3 de febrero de 2012

Fallece el marido de Luz Amparo, Nicasio Barderas.

17 de agosto de 2012

Fallece Luz Amparo en El Escorial con fama de santidad. Su funeral se celebra, a los dos días, en la «Capilla de Nuestra Señora de los Dolores», en Prado Nuevo, poco antes de ser inaugurada, 31 años después de que la Virgen Dolorosa pidiera la construcción de un templo en su primera aparición en este lugar.

Texto
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Apariciones: Primer encuentro

En torno al 12 de noviembre de 1980, Luz Amparo, como todos los días, ha ido a trabajar como empleada doméstica a la casa del matrimonio de Miguel y Julia. Al final de su jornada, ya de noche, vuelve caminando hacia su hogar, también en San Lorenzo de El Escorial. Esta noche se ha dado cuenta de que un «señor» que ha visto frente a sí —alto y bien parecido, vestido de cazadora y pantalón gris—, camina tras sus pasos a unos metros de distancia, sin infundirle temor alguno, como ella misma comentaría después. Su cara le resulta conocida, pero no consigue identificarle. En medio de esta desconcertante situación, se da cuenta de que se ha olvidado coger el dinero del pan del día siguiente para la familia donde trabaja. Vuelve sobre sus pasos, y ese hombre, de aspecto joven, continúa detrás de ella. Al llegar Luz Amparo a la portería del edificio de la calle de Santa Rosa, dicho «señor» se detiene a unos veinte metros de la puerta, junto a un poste de la luz. Nada más llegar, ella se lo cuenta a Marcos Vera, conserje del inmueble y amigo de la familia:

—«¡Qué cosa más rara! Un señor me ha seguido al ir y al volver. Yo le conozco, pero no sé de qué; y es muy guapo».
Inquiere el portero:
—«¿Te ha dicho algo?».
Responde Luz Amparo:
—«¡Si no me dice nada…!».
Cuando Luz Amparo vuelve a salir, Marcos le dice:
—«Te acompaño hasta la esquina».
Pero…, no ven a nadie, y después de unos pasos, añade:
—«¿Ves que eran imaginaciones tuyas? No tengas miedo», y regresa a la portería.

De nuevo sola, sigue caminando. Vuelve la mirada hacia atrás… ¡Ha reaparecido el misterioso personaje!, que se mantiene a corta distancia, silencioso, hasta que Luz Amparo llega al portal de su casa.

Sobre las ocho de la mañana del día siguiente, Luz Amparo se dirige a sus tareas cotidianas. Cuando llega a la calle de Santa Rosa, Marcos se encuentra abriendo el portal del edificio. Ella se acerca y le vuelve a referir que ese «señor» de ayer la ha seguido de nuevo, y que ahora se encuentra parado en la esquina de la calle. Marcos sale corriendo…, pero tampoco ahora ve a nadie. Luz Amparo, sin embargo, le asegura que está viéndole allí, de pie, mirándola…

Calle de El Escorial donde vivía Luz Amparo.
Calle de El Escorial donde vivía Luz Amparo.

«Por la conversión de los pecadores»

Luz Amparo subió al piso para su trabajo. El matrimonio Miguel y Julia, se hallaban como siempre en Madrid trabajando en su tienda. Ya por la tarde, en la televisión contempló unas imágenes de los niños que morían de hambre en Biafra. Movida a compasión, ofreció por ellos a la Virgen el trabajo de aquella tarde. Se puso a planchar. Al terminar, fue a guardar la ropa en el armario correspondiente. Entonces, oyó una voz serena, y grave, que llenaba la habitación: «Hija, reza por la paz del mundo y por la conversión de los pecadores; que el mundo está en un gran peligro». Como era natural, Luz Amparo se asustó y echó a correr escaleras abajo, dejando abierta la puerta. El conserje la notó muy asustada; y ella, jadeando, le contó a Marcos lo que acaba de sucederle:

—«Marcos, he oído una voz que me ha dicho: “Hija, reza por la paz del mundo y por la conversión de los pecadores; que el mundo está en un gran peligro”».

Estas palabras fueron escuchadas también por la mujer de Marcos y sus hijos, que estaban jugando en la entrada del edificio con los hijos del matrimonio para quien Luz Amparo trabajaba.

El portero entonces le replicó:
—«Pero… bueno, ¿quién te va a decir eso, si dices que no hay nadie?».
Y Luz Amparo le respondió intrigada:
—«Yo que sé; pero yo he oído eso».
La inquietud se va apoderando de Marcos, que afirma:
—«No es posible que haya nadie; pero vamos a mirar».

Subieron a la casa el conserje, su esposa Maricruz y los niños Jesús Miguel y Beatriz. La puerta que Luz Amparo había dejado abierta con las llaves puestas por fuera, para que pudieran entrar los niños, la encontraron cerrada y sin las llaves, lo que obligó al portero a ir a procura de sus llaves. Entraron. Registraron el piso, y no vieron a nadie dentro. En ese momento, Luz Amparo volvió a insistir en cómo alto y claro había escuchado aquella voz. Eso inquietó algo a Marcos pese a su natural valiente; no obstante, regresó en silencio a su quehacer habitual. Luz Amparo y Maricruz, la mujer del portero, oyen cómo alguien –cosa sorprendente– coloca sin más las llaves desaparecidas donde Luz Amparo las había dejado puestas por la parte de fuera de la puerta. Se asoma Maricruz por la mirilla y ve las llaves puesta en la puerta, que el descansillo de la misma vivienda tiene enfrente, y moviéndose como recién puestas. Ella, algo intrigada, y antes de ir a dar la cena a sus hijos, recomendó a Luz Amparo que, si volvía a oír esa voz, le preguntara si era su padre, pues éste había fallecido recientemente.

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«Amaos los unos a los otros»

Y la voz volvió a resonar en los sentidos de Luz Amparo de esta forma:

—«Hija, no tengas miedo».

En ese momento, Luz Amparo vio cómo aquel cuarto se llenaba de luz y se formaba una especie de nube blanca, más luminosa aún, en la que apareció una figura humana. Al fijarse en el rostro, vio que éste coincidía exactamente con el de aquel «doctor de la barba» que le acompañó en 1970, aquella noche del postoperatorio en el “Hospital Clínico”, y con el del mismo personaje que la había seguido por la calle últimamente. Estaba vestido como un médico, tenía una bata blanca como en dicho hospital. Luz Amparo, ante semejante e inesperada visión, comprensivamente nerviosa, se atrevió a preguntar:

—«¿Es mi padre, es mi padre?».

A lo que el misterioso personaje respondió:

—«Sí, hija, soy tu Padre celestial. En esta casa no hay nada de embrujamiento».
(Quien se comunica con ella es Jesucristo, que es nuestro Hermano como hombre y nuestro Padre como Dios).

Luz Amparo comenzó a serenarse y en su espíritu nació la convicción de que lo sucedido en el hospital no había sido efecto de la anestesia, y que se hallaba ante una realidad totalmente insospechada.

El celestial médico continuó hablando, pronunciando estas dulces y misteriosas palabras:

—«Reza por la paz del mundo y por la conversión de los pecadores. Amaos los unos a los otros. Vas a recibir pruebas de dolor».

A Luz Amparo, madre nada menos que de siete hijos, lo primero que se le ocurrió pensar era si alguno de ellos iba a morir. Y a continuación, pasaron por su imaginación otras posibles desgracias. Sin embargo, el miedo le fue desapareciendo por completo, y con toda serenidad preguntó a Beatriz, la niña con quien estaba e hija mayor de Julia y Miguel Martínez:

—«¿Ves tú algo?».
A lo que la niña le contestó con otra pregunta:
i—«¿Qué pasa?».
Y Luz Amparo, por no alarmarla, añadió:
—«No, nada».

Luz Amparo tenía ya la convicción de que la voz que había oído era la de Jesús, a quien había visto en ocasiones anteriores, y que ahora identificaba con la persona que la había seguido por la calle y estuvo con ella en el «Clínico». De nuevo, bajó apresurada a la portería, y al encontrar a Marcos, el portero, se lo explicó todo. El conserje, al no dar crédito a lo que oía, recomendó a Luz Amparo que fuera enseguida a ver al médico. Ella guardó entonces silencio, prometiéndose a sí misma no volver a decir nada a nadie, ante tanta desconfianza como había despertado.

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Juventud: Línea cronológica

  • 1947
  • 1957
  • mayo 1970
  • 1980

1947

Se traslada a Madrid, a casa de su tía Antonia, y comienza a servir como empleada de hogar.

28 de febrero de 1957

Cuando tiene 26 años de edad, contrae matrimonio con Nicasio Barderas en la Parroquia de San Lorenzo de El Escorial (Madrid), donde establecen su residencia. Allí irán naciendo los siete hijos del matrimonio.

1970

En el mes de mayo de 1970, Luz Amparo es internada en el «Hospital Clínico» de Madrid, aquejada de fuertes dolores provocados por una úlcera.

1980

A principios de este año, comienza a trabajar como asistenta en la calle de Santa Rosa, donde viven Miguel Martínez y Julia Sotillo con sus hijos.

Fotografía con marco de Luz Amparo de joven.
Fotografía con marco de Luz Amparo de joven.

Matrimonio en San Lorenzo de El Escorial

Vuelve con sus padres, pero poco después, en 1947, como las estrecheces familiares continúan, la trasladan a Madrid, a la casa de su tía Antonia, en la calle Ayala, 57.

Sobre el período de su adolescencia y juventud, apenas sabemos nada, salvo que la mayor parte del tiempo se dedicó a trabajar como empleada doméstica, para poder subsistir.

Además, por este tiempo, conoce a Nicasio Barderas Bravo, quien llegaría a ser su futuro esposo. A punto de cumplir los veintiséis años, el 28 de febrero de 1957, se casan en la Iglesia parroquial de «San Lorenzo mártir» en San Lorenzo de El Escorial, lugar donde el matrimonio establece su residencia.

Luz Amparo cumple con sus deberes de esposa, de ama de casa y de madre de los hijos que van naciendo, hasta llegar a siete. Debido a la precaria situación económica de la familia, se ve obligada a realizar trabajos temporales como empleada doméstica.

Iglesia en San Lorenzo de El Escoria donde Amparo se casó en 1957
Iglesia en San Lorenzo de El Escoria donde Amparo se casó en 1957.

Enfermedades y estrecheces

Después del nacimiento de su primer hijo, Luz Amparo se sintió enferma del corazón. La dolencia se agravó; debía hacer todo el reposo posible, pero, a su vez, necesitaba seguir trabajando para sacar su familia adelante. En estas condiciones, sólo puede afrontar el trabajo por horas, por lo que recoge ropa de otras casas para lavarla en la suya.

Por si fuera poco, su marido, Nicasio, cae enfermo del pulmón, agravándose la situación económica familiar, hasta llegar a pasar verdadera necesidad. Sin embargo, la Providencia divina no les abandona. Durante varios meses, los «Cursillos de Cristiandad» les pagan el alquiler del piso. El párroco de San Lorenzo, D. Antonio, les costea la leche y el pan. En la tienda de ultramarinos Las Casillas, les fían cuanto pueden, así como reciben ayuda de varios vecinos y amigos.

Aunque Nicasio se va recuperando de su enfermedad, pasado un tiempo recae, teniendo que ser internado en diversas ocasiones en el sanatorio Tórax de El Escorial. Por aquellos años, el Ayuntamiento de este municipio, al conocer la situación de esta familia necesitada, les concede el usufructo de una pequeña parcela, cerca de la finca de «Prado Nuevo», que, junto a otras similares cedidas a algunas familias, empiezan a cultivar para sacar fruto de la tierra que ayude a su sustento.

En el mes de mayo de 1970, Luz Amparo es internada en el «Hospital Clínico» de Madrid, aquejada de fuertes dolores provocados por una úlcera y alguna otra afección. Allí tuvo que ser operada de apendicitis. La noche de la intervención quirúrgica sucedió algo especial que Luz Amparo recuerda y que, aunque el personal sanitario del Hospital no le dio importancia, una década después habría de adquirir su sentido, relacionándose con los acontecimientos sobrenaturales que transformarían su vida.

Hospital Clínico San Carlos de Madrid donde Amparo fue ingresada en 1970.
Hospital Clínico San Carlos de Madrid donde Amparo fue ingresada en 1970.

«El doctor de la barba»

Esa noche del postoperatorio, Luz Amparo vio de pie, a su cabecera, a alguien que identifica con un médico. Iba vestido con bata blanca, tenía melena y barba, sus ojos eran verdes, y su piel un poco morena; su belleza era extraordinaria. Permanece con ella sin decirle nada. Luz Amparo lo había visto antes en la sala del quirófano, cuando iba a ser operada.

A la mañana siguiente, como es costumbre, unos estudiantes de medicina pasaron tomando nota de los enfermos. Al llegar a la cabecera de la enferma, le preguntan quién era el cirujano que la había operado; a lo que ella responde con convicción: «El doctor de la barba». Los estudiantes se extrañaron de la respuesta, pues no conocían en el Hospital a ningún médico que coincidiera con esa descripción. Entonces, le preguntan por su nombre. Ella lo desconoce; por eso añade: «Ha sido el médico de bata blanca, que ha estado aquí esta noche». Las compañeras de habitación se sorprenden ante esta afirmación, porque ellas no han visto a nadie durante la noche.

Por eso todos, menos Luz Amparo, concluyen que esa visión ha sido provocada por los efectos de la anestesia. Sin grandes mejorías en su salud, Luz Amparo vuelve a su trabajo en casa…; pero, en su interior quedará grabada para siempre la fisonomía del misterioso «doctor».

Imagen ilustrativa de Jesucristo en un hospital
Imagen ilustrativa de Jesucristo en un hospital inspirando la labor diaria de los sanitarios.

Peregrinación a Lourdes

Luz Amparo sigue muy enferma. Continúan las hemorragias en el estómago y la enfermedad del corazón. Debido a sus problemas respiratorios, tienen que proporcionarle oxígeno. Le dan mareos con frecuencia, cayendo desmayada al suelo numerosas veces. De manera que se fractura los brazos y la clavícula. Varios médicos la atienden: los doctores Iglesias, Soria y Fernández (cardiólogos), así como Don Fermín Muñoz (gastroenterólogo).

Ante salud tan quebrantada, decide partir para Lourdes en el Tren de la esperanza, junto a otros enfermos, para pedir a la Virgen su recuperación. Fue desde Madrid con la 16ª peregrinación presidida por el cardenal Tarancón, que tuvo lugar entre el 18 y 22 de junio de 1973. En el viaje de ida, Luz Amparo empeora hasta sentirse morir al llegar al Santuario. Aunque ha acudido allí para pedir su curación, su gran corazón la lleva a rezar por los demás más que por ella misma. Ante la gruta de la aparición, no ve a la Virgen; pero, sin verla, la siente muy próxima y llora copiosamente con emoción. De regreso, en el tren, experimenta en su corazón algo que no sabe explicar. Mira hacia atrás, con cierta pena por dejar allí a quien desde su infancia tanto quiere: la Virgen María, su Madre del Cielo.

Durante la estancia de Luz Amparo en Lourdes, no se produjo en ella un milagro espectacular de curación; sin embargo, desde que regresa a su casa de San Lorenzo de El Escorial, comienza a sentirse mejor día a día. Cesan las hemorragias, ya no necesita el oxígeno, no se marea, ni cae al suelo, pudiendo trabajar con normalidad. No cabe la menor duda de que la Santísima Virgen en Lourdes ejerció sobre ella una saludable influencia, aunque sus enfermedades persistan.

Figura de la Virgen de Lourdes en la gruta de las Apariciones.
Figura de la Virgen de Lourdes en la gruta de las Apariciones.

Empleada de hogar

Posteriormente, en una ocasión, mientras trabajaba Luz Amparo como empleada de hogar en la casa de Dª Matilde, según testimonio de ésta y de los médicos Herrero, Robles y don Salvador (†), allí presentes, estuvo a punto de morir. Ante la gravedad de la situación, se temieron lo peor. Sin embargo, Luz Amparo acudió filialmente a la Virgen, la invocó a su modo, porque la tenía un cariño especial y en esos momentos, contempló un resplandor a los pies de la cama y se sintió inexplicablemente recuperada. No estaba curada del todo, pero sí se encontró útil para todo trabajo, al que con ardoroso tesón se entregó.

Por el mes de abril de 1980, Luz Amparo fue contratada como empleada doméstica en el domicilio de Miguel Martínez y Julia Sotillo, un matrimonio con dos hijos, Jesús y Beatriz (de 9 y 7 años respectivamente); vendrían a tener luego otras dos niñas: María y Luz Amparo. Vivían en la calle de Santa Rosa, número 7, en San Lorenzo de El Escorial, y diariamente se desplazaban a trabajar en la tienda que tenían en Madrid. Por ello necesitaban a una persona para cuidar de sus hijos y de la casa durante su ausencia. Cuenta Miguel Martínez que el motivo principal, que les movió a pedir a Luz Amparo que trabajara en su casa, fue el ver en ella a una mujer sencilla, bonachona y, sobre todo, muy cariñosa con los niños.

Hasta ahora, Luz Amparo Cuevas, con 49 años de edad, no sobresale en nada extraordinario; sí por sus escasos recursos y por su constancia y amor al trabajo para sacar a sus siete hijos adelante, a pesar de lo delicado de su salud y la de su marido. Sus rasgos, dulces y serenos, reflejan la transparencia de su alma; su espontánea naturalidad, su simpatía y buen humor, su sencillez, atraerán a todos los que la irán conociendo.

Domicilio de Miguel Martínez y Julia Sotillo en El Escorial.
Domicilio de Miguel Martínez y Julia Sotillo en El Escorial.

Creyente sí, pero no practicante

Luz Amparo, con humilde sinceridad, en ocasiones ha explicado que antes de los hechos sobrenaturales que le acontecieron, su vida espiritual nada especial tenía fuera de una tierna y filial devoción a la Santísima Virgen, adquirida desde la infancia, por quien se sentía atraída, y una delicada solicitud hacia el prójimo necesitado. Sobre las cosas de Dios, no tenía apenas nociones, pues ni siquiera pudo acudir a la escuela, ni recibir lecciones de catecismo en la iglesia; sin embargo, sí creía que algún ser superior tendría que haber. Estas circunstancias, unidas a una fatigosa vida de trabajos físicos y morales, hicieron que no fuera asidua practicante de sus deberes religiosos, salvo lo más imprescindible.

El momento decisivo para la transformación espiritual de Luz Amparo será en otoño de 1980, en San Lorenzo de El Escorial. El Señor iba a tocar a la puerta de su corazón para pedirle que pusiera su generosidad al servicio de la obra más importante: la salvación de las almas. A partir de ahí, su crecimiento espiritual irá en aumento continuo hasta su entrada en la vida eterna.

Luz Amparo en aquellos años.
Luz Amparo en aquellos años.

Infancia: Línea cronológica

  • abril 1931
  • mayo 1931
  • agosto 1932
  • inicio 1937
  • fin 1937
  • 1940

1 de abril de 1931

Nace en Pesebre, aldea de Peñascosa (Albacete).

14 de mayo de 1931

Es bautizada con el nombre de «Luz» en la Parroquia de Peñascosa (Albacete).

Agosto de 1932

Fallece su madre, Mª Dolores, a los 24 años de edad, cuando Amparo tenía tan solo 16 meses. Sin saber qué hacer con ella y con su hermana, el padre de ambas, Jacinto, lleva a las dos niñas a la Casa Cuna Provincial de Albacete.

Primera parte de 1937

Vive acogida por una familia de Tomelloso (Ciudad Real).

Segunda parte de 1937

Su padre, Jacinto Cuevas, contrae nuevas nupcias con Bárbara, trasladándose a vivir toda la familia a La Hoz, aldea cercana a la de Pesebre.
Durante este tiempo, mientras lavaba la ropa en el río, una bella «Señora» le ayuda en esta tarea con especial cariño. Amparo la identificaría después con la Virgen María.

1940

Se traslada, con su padre y madrastra, a Arguisuelas (Cuenca). En una casa, cercana al Puente de San Jorge, mientras su padre trabajaba, la mencionada «Señora» la arropaba maternalmente al acostarse.

Bordado hecho por Luz Amparo en su infancia.
Bordado hecho por Luz Amparo en su infancia, a los 6 años de edad.

Infancia

Luz Amparo Cuevas Arteseros nació el día 1 de abril de 1931, en una aldea llamada Pesebre, perteneciente al pueblo de Peñascosa, en la provincia de Albacete. Está situado en la Sierra de Alcaraz, rodeado de montes de encinas y pinos. Fue la segunda hija, fruto del humilde matrimonio de pastores y labradores formado por Jacinto Cuevas Ruiz y María Dolores Arteseros Morcillo.

El 14 de mayo de 1931 es bautizada en la Iglesia parroquial de «San Miguel Arcángel» de Peñascosa (Albacete), con el nombre de Luz.

La fecha exacta de su nacimiento fue ignorada hasta su edad madura, pues siempre celebraba el 13 de marzo como el día de su cumpleaños. La sorpresa se produjo cuando alguien, cercano a Amparo, consultó su acta de bautismo con el sacerdote de la parroquia de Peñascosa, donde estaba inscrita. Ahí comprobaron que la fecha de su nacimiento fue el 1 de abril, que su nombre era «Luz», y el de su madrina Amparo. Quizá por esto, desde entonces la empezaron a llamar Amparo. Sin embargo, muchos años después, cuando recibiera las revelaciones del Cielo, sería el Señor quien desvelaría su verdadero nombre al dirigirse a ella llamándola «Luz». La primera vez, fue el 15 de septiembre de 1984, cuando el mismo Señor le preguntó: «¿Me amas, Luz?». Ella, por entonces, se sorprendió que la llamase así, hasta que después se comprobó que ése era realmente su nombre, el que recibió en la pila bautismal.

Dibujo que representa a Luz Amparo de niña.
Dibujo que representa a Luz Amparo de niña.

El Cielo la fue preparando desde su infancia

El Señor fue preparando a esta alma elegida, desde su más tierna infancia, para ser su instrumento, su pequeño portavoz en la Tierra, y lo hizo modelando su corazón con el sufrimiento.

Con tan solo dieciséis meses, el 25 de febrero de 1934, perdió a su madre, María Dolores. Su padre, el bueno de Jacinto, se vio en la necesidad de llevar temporalmente a sus hijas Carmen y Luz Amparo a la Casa Cuna Provincial de Albacete. Contrae nuevas nupcias con Virginia, vecina de La Mesta (Albacete), reuniéndose de nuevo la familia. Pero poco tiempo después, a la nueva madre se le complica el parto de su primer hijo, muriendo durante el mismo. El niño sobrevivió, pero a los nueve meses, también partió para la eternidad.

En una aparición que Luz Amparo tuvo muchos años después en «Prado Nuevo» el 16 de abril de 1982, y en el que oyó la voz del Arcángel san Miguel —la última vez, según le dijo, que hablaba a los hombres—, vio a ese hermano suyo que tan solo sobrevivió nueve meses en el Cielo transformado en ángel.

En la aldea de Pesebre, Jacinto y sus hijas no dejaron de pasar estrecheces. El padre se vio de nuevo en la necesidad de confiar a su pequeña, Luz Amparo, ahora a una familia sin hijos de Tomelloso (Ciudad Real). Este matrimonio la tiene con ellos apenas un año, pues al conseguir descendencia, la devuelven a su padre Jacinto. Pasan dos años más en Pesebre, siendo cuidadas por su abuelo pastor y una prima de su madre, mientras Jacinto gana el pan trabajando fuera de allí.

Durante este tiempo, en 1937, Jacinto contrae en terceras nupcias, matrimonio con Bárbara, quien además de aportar dos hijos más a la familia, fuerza el traslado de todos a La Hoz, un pueblecito de Albacete donde ella vivía.

Puerta de la casa donde Luz Amparo vivió en la aldea de Pesebre.
Puerta de la casa donde Luz Amparo vivió en la aldea de Pesebre.

A la intemperie de la vida, entre hielos y tempestades

Si la vida de las dos niñas, de por sí, ya era amarga, ahora con su nueva madrastra iba a ser mucho más dura. Malcomen las dos hermanas. Bárbara las manda salir al monte a recoger leña o hierbas comestibles para poder subsistir. Obliga a Luz Amparo a la venta ambulante por esos caminos y poblados, amenazándola con que no se le ocurra regresar hasta que haya vendido todo. Por esto, en ocasiones, la pequeña Luz Amparo, se ve en la necesidad de dormir bajo un árbol, a la intemperie de la tempestad o de la helada. Luz Amparo imploraba la protección de la Virgen a la que visitaba en el santuario de Cortes, a unos kilómetros de La Hoz. Allí le pedía que Ella fuera su verdadera madre. Sin lugar a duda que fue escuchada y protegida en medio de tantas calamidades.

El mal trato recibido de su madrastra lleva a las dos hermanas, alguna que otra vez, a escaparse desde La Hoz hasta Pesebre, donde encuentran refugio en la casa de su tía Josefina. Durante una de estas escapadas en pleno invierno, en ese trayecto de varios kilómetros y debido al intenso frío, Luz Amparo perdió el conocimiento Luz Amparo y cayó sin sentido sobre la blanca y helada nieve. A punto estuvo de morir congelada, si no hubiera sido por unos arrieros que la descubrieron tendida en el suelo y la reanimaron. Su madrastra la castiga duramente, metiéndola prisionera en un pequeño y oscuro cuarto, al que sólo le lleva cada día una pequeña porción de harina y un poco de agua. Tras hacerla permanecer en esa oscuridad durante días, cuando fue liberada de allí, sus limpios ojos necesitaron de un tiempo de adaptación para poder volver a contemplar de nuevo la luz del día.

Pesebre, municipio donde vivió Luz Amparo en su infancia
Pesebre, municipio donde nació Luz Amparo.

En el puente de San Jorge

Jacinto, su padre, que por su trabajo pasaba días enteros sin ver a sus hijas, cuando se enteró de las vejaciones de las que eran objeto, sufrió mucho. En 1940, ante las graves dificultades para una pacífica convivencia familiar, el bueno de Jacinto saca a sus hijas de ese ambiente enrarecido. Consigue colocar a su hija mayor, Carmen, al servicio de unos señores dueños de un cortijo, mientras que se lleva con él a la pequeña Luz Amparo a Arguisuelas, un pueblo de Cuenca, donde ha encontrado trabajo de guarda y listero en las obras del puente de san Jorge.

Durante las noches, la pequeña Luz Amparo llora su soledad e infortunio. Una y otra vez, se acuerda de su madre, María Dolores, a quien no conoció en la Tierra, pero a la que cree en el Cielo. Y ruega a la Virgen, a quien tanto ama, que por bondad la lleve con ella: «Madrecita del Cielo, yo quisiera ver ya a mi madre de la Tierra. ¡Llévame adonde esté!». La Madre de Dios la escucha, sin duda, pero no lo hace.

La canción «En el puente de san Jorge», dedicada por las Hnas. Reparadoras a su Fundadora, Luz Amparo, recoge algunos hechos históricos que sucedieron en ese tiempo a Amparo:

«Como cada día, su padre se marchaba de listero al puente, y de noche lo guardaba. Ella se quedaba sola acostada en una piedra; desde la casa pequeña, escuchaba los aullidos de las fieras. Y la Virgen le arropaba, cantándole cosas bellas…».

Muchos años después, en la aparición de la Virgen del 13 de noviembre de 1981, tendrá la dicha de contemplar a su querida madre, María Dolores, en el Cielo. Fue durante el mensaje de ese día cuando la Virgen se la mostró y le dijo: «…estarás contenta, hija mía, del premio que te he dado de ver a tu madre terrena; está gloriosa en el Cielo gracias a tus oraciones. Sí, hija mía, sigue con humildad, sigue obedeciendo para que llegue ese día glorioso y te juntes con ella».

Como Bárbara, su madrastra, va a tener un nuevo hijo, acude al puente de san Jorge, para reunirse con su marido, Jacinto. Cuando da a luz, manda a la pequeña Luz Amparo al río, sin jabón, para lavar los pañales del recién nacido. Uno de los días, le sucedió un hecho extraordinario. En una ocasión, mientras lavaba la ropa en el río llorando y pensando en cómo lavar los pañales si no tenía jabón ni encontraba greda, se le acercó una «Señora» muy bella, con manto negro y voz dulce que le pregunta: —Pequeña, ¿por qué lloras?—. —Me pegará mi madrastra si no lavo—. Y la «Señora» se arrodilla con un trozo de jabón a lavar, junto a la niña, los pañales que allí vio. Y le dijo la «Señora»: —No te pegarán ahora—. Y de vuelta a su casa, su padre ya estaba allí. Luz Amparo identificaría a esta «Señora» después con la Virgen María.

Este hecho también lo recogen las hermanas reparadoras en una estrofa de la canción antes referida:

«En el arroyo, aquel día sufre la niña llorando: ¿cómo lavar los pañales si no tengo jabón ni encuentro greda? Y se acercó una Señora con manto negro y voz dulce: —Pequeña, ¿por qué lloras?—. —Me pegará mi madrastra si no lavo—. Y la Virgen se arrodilla con un trozo de jabón a lavar, junto a la niña, los pañales que allí vio. Y le dijo la Señora: —No te pegarán ahora—. Y de vuelta a su casa, ya su padre estaba allí».

Como cada día, su padre se marchaba de listero al puente, y de noche lo guardaba. Ella se quedaba sola acostada en una piedra; desde la casa pequeña, y escuchaba los aullidos de las fieras, mientras que volvía a ver a la mencionada «Señora» que la arropa maternalmente al acostarse.

Jacinto termina aquel trabajo. El matrimonio, junto a Luz Amparo y su nuevo hijo, se van a vivir a otro campo de Albacete, donde permanecen un tiempo entre apuros y estrecheces. En esa casa, Luz Amparo tiene que compartir con su hermanito una alacena que les sirve a los dos de “dormitorio”, y donde la niña ni puede estirar las piernas. A causa de estos apuros, al poco, Jacinto la encomienda a una familia de Valencia con quien pasa otra temporada.

Después, y con no poco dolor, la tendrá que dejar interna en una institución gratuita de Alicante que acoge a niños desamparados. Allí estará un año. Durante este tiempo, la despierta niña, fijándose en cómo las religiosas de esa institución alicantina bordan, sin que nadie la enseñe, pronto aprende a coser y hace sus primeras labores. Como recuerdo, todavía hoy se conservan, en una de las casas de la Fundación «Virgen de los Dolores», unos muestrarios enmarcados con diferentes bordados que la pequeña Luz Amparo realizó con apenas seis años.

Pesebre, municipio donde vivió Luz Amparo en su infancia

La Obra creada por Luz Amparo

Siguiendo el criterio del Evangelio: «…por sus frutos los conoceréis» (Mt 7,16),
éstos han sido abundantes en Prado Nuevo. Lo confirman los testimonios de los que, cuando pisan este lugar, sienten
renovadas sus vidas, se acercan a la Iglesia Católica y se integran en ella como piedras vivas, fortalecidos
por la riqueza de los sacramentos. También han brotado vocaciones sacerdotales y religiosas.

Pero el fruto más significativo es la Obra que se desarrolló a raíz de
estas apariciones, fundada por Luz Amparo Cuevas y aprobada por el Cardenal
Arzobispo de Madrid, D. Ángel Suquía: la Asociación Pública de Fieles «Reparadores
de la Virgen de los Dolores», constituida por tres ramas: Hermanas Reparadoras, Comunidad Familiar y Comunidad Vocacional.

obra

Los Frutos que ha dado

Durante más de 25 años, se han realizado obras de amor y misericordia, se han
abierto casas en El Escorial (Madrid), Griñón (Madrid), Torralba del Moral (Soria),
Peñaranda de Duero (Burgos), Pesebre (Albacete)… Desde el año 2005, la Obra de la
Virgen de los Dolores ha sufrido repetidas denuncias presentadas por una persona.
Hasta el momento, los tribunales siempre han dado la razón a esta Institución de la Iglesia.

En el siguiente apartado se describe cada sección de la Obra de El Escorial:

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Ramas de la Obra:

  • Reparadoras
  • C. Vocacional
  • C. Familiar

Hermanas Reparadoras

Está formada por «mujeres célibes o viudas, dedicadas especialmente a la atención de las personas necesitadas. Están consagradas con votos privados; viven en comunidad…» (art. 17º, Estatutos), y procuran observar estas normas, aprobadas por la Jerarquía eclesiástica, y el Reglamento de Régimen Interno. «Tienen como fin principal su propia santificación mediante el servicio a los necesitados, viendo en ellos a Cristo Redentor, viviendo los consejos evangélicos y dando a su vida sentido reparador» (art. 18º, Estatutos).

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Comunidad Vocacional

«Forman esta sección los hombres célibes o viudos que se sienten llamados a vivir en Comunidad según los tres consejos evangélicos: pobreza, castidad y obediencia» (art. 35º, Estatutos). «Su fin es el cultivo y vivencia de una vocación particular de entrega a Dios: sacerdocio, vida religiosa, apostolado, vida de oración, estudio y retiro» (art. 36º, Ibíd.)

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Comunidad Familiar

«Forman esta sección los matrimonios unidos por el sacramento del Matrimonio que libremente, de común acuerdo y junto con sus hijos quieren llevar una vida semejante a la de los primeros cristianos (cf. Hch 4, 32). También está constituida por aquellas personas mayores de edad que libremente elijan el género de vida comunitaria que se determina en estos Estatutos y en el Reglamento de Régimen Interno de esta sección» (art. 25º, Estatutos).

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Titular

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Obra benéfica y social: Casas de Amor y Misericordia

La Obra de la Virgen de El Escorial realiza su labor benéfica y social por medio de la Fundación Benéfica «Virgen de los Dolores». Su finalidad consiste en realizar obras de amor y misericordia, mediante la atención, sin ánimo de lucro, de personas necesitadas, particularmente ancianos, en las residencias que la Fundación tiene abiertas. De esta manera, se intenta cumplir el mandato evangélico que nos enseña que cada vez que hacemos el bien al prójimo, lo hacemos con el Señor (cf. Mt, 25, 34-40).

Los miembros de la Asociación Pública de Fieles «Reparadores de Ntra. Sra. la Virgen de los Dolores», por motivos puramente vocacionales y totalmente desinteresados, prestan su servicio a las personas mayores en las residencias de esta Fundación.

Los bienes de la Fundación Benéfica «Virgen de los Dolores» han sido donados, en su inmensa mayoría, por los miembros de la Asociación Pública de Fieles; otros bienes proceden de personas próximas a ella, que han realizado alguna donación voluntaria al identificarse con los ideales de esta Obra.

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Línea cronológica

Titular 1991

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Titular 1992

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Titular 1993

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Titular 1994

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Titular 1995

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Titular 1996

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Titular 1997

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Titular 1998

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Titular 1999

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Titular 2000

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  • 1991
  • 1992
  • 1993
  • 1994
  • 1995
  • 1996
  • 1997
  • 1998
  • 1999
  • 2000

Luz Amparo Cuevas

Una vida de sufrimiento, entrega, caridad, humildad y llena de amor.

Instrumento elegido por El Señor como alma víctima de reparación para la salvación de las almas. Para comunicar sus mensajes y los de su madre, la Virgen, a toda la Humanidad.

Infancia

Luz Amparo Cuevas Arteseros nació el día 1 de abril de 1931, en una aldea llamada Pesebre, perteneciente al pueblo de Peñascosa …

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Juventud

Vuelve con sus padres, pero poco después, en 1947, como las estrecheces familiares continúan, la trasladan a Madrid …

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Apariciones

Luz Amparo experimenta una transformación total.

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La Obra

«Por sus frutos los conoceréis»: Obras de Amor y Misericordia.

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Santo Rosario

El rezo diario del Santo Rosario fue la oración fundamental de su vida.

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